Aquí les voy a poner los fragmentos (más significativos para mí) de este cuento del señor Alí Viquez:
A medida que nos vamos conociendoGeneración espontánea. Inadmisible explicación en casi todos los casos, que hube de aceptar para el que ahora me ocupo de contarles. Magia, sería la otra posible, pero ¿cómo hablar de magia si lo único que ocurrió fue un mirarse a medias? Para decir “magia”, para llenarme la boca con tan grave palabra, tendría que contar con mucha más pirotecnia. Lo siento pero será modesto: aquí las miradas sólo podrán sazonarse con esa vaga felicidad que vino con ellas, y que se fue con ellas, sin saber cómo ni por qué.
Generación espontánea, dije, que comenzó para mí pasadas las 5 de la tarde de un día lluvioso, laboral y tumultuoso. Circunstancias habituales: retorno fatigado al apartamento, microbús llena, ánimo como para cagarse en la humanidad entera. Me percato de repente: conozco a uno. Sí no cabe duda, entre la multitud de viajantes estorbosos y fugaces que me rodean y casi diré me asfixian, hay uno diferente pero yo lo conozco
(…Acerca del Verbo Conocer
En primer término, aclaro que tengo mal carácter y por eso no me agrada contar con demasiados conocidos. No soy el más apropiado para hablar del tema. Ahora bien, es imposible quitarse de encima a todo el mundo, y así he tenido que cargar con unos cuantos que no podría decir me son extraños, y ellos han tenido que aguantarme. Por temporadas eso sí.
Porgamos de ejemplos a Gerardo Arguedas y a mi hermana Lilieth. A Gerardo me lo presentaron hace 2 años y meses…¿Qué se yo de él?...Tipo incapaz de cometer excesos y por ello aburrido en extremo. Sonrisa apagada…supersticioso…
Eso fue acerca de Gerardo, un conocido. Ahora paso a otro tipo de conocido. Todo lo que sé del tema Gerardo, como ven, lo he sabido a distancia, sin grandes confidencias de por medio. Pero con mi hermana Lilieth es otra cosa. Aparentemente, ya que la vi crecer, debería conocerla “íntimamente”. Es menor que yo…Mala estudiante. Muy miope…, escribía sus intimidades es un grueso diario…confieso haber tenido ya más de 20 años cuando lo hallé y leí de cabo a rabo…
Si mal no recuerdo, o quería llegar a esto: tengo dos casos; uno de un tipo que he visto casi sólo en citas de negocios, otro de una muchacha con la que crecí. Pues bien, ¿diferencias fundamentales en cuanto al conocimiento que tengo de ellos? Ninguna. Yo no sé quienes son realmente. Con mi experiencia anterior, mis pobres reflexiones, mis escasas lecturas de novelas, materialismo histórico, existencialismo, psicoanálisis (OH, si, yo soy un tipo culto), con todo eso tan superficial y seguramente tonto, yo me armo y le asigno a cada uno sus nombres respectivos. Gerardo: edípico pequeño burgués. Lilieth (me callo porque antes debo consultar con un especialista. Pobre Chica) También se algunos calificativos que me convendrían a mí. No importa cuánto me precie de conocer a alguien, aunque sea yo mismo, ni cuánto esfuerzo invierta en ello, jamás paso del límite de los nombres…
…)Fue distinto aquel Lunes que le cuento. Debería ser simple de expresar, y sin embargo me hago un embrollo tremendo. Sucede que apenas puede decirse, y siempre se dice mal: experimenté un conocimiento sin palabras… Sólo unas cuantas miradas y la sensación. La certeza. El también me miraba de vez en cuando y supe que también sabía. Nos conocíamos, estábamos juntos y era una vaga pero innegable felicidad. El viaje se hizo tan grato. Al llegar cada cual se fue por su lado sin decir palabra. Nada más.
…Nunca crucé palabra, a excepción de aquel papel, con ninguno de los otros miembros. Imagino que el silencio era la regla que todos respetábamos. Quizá un resguardo de nuestra felicidad, o la manifestación de nuestro miedo. Pero no, no filosofemos.